La soledad

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la soledad

Los humanos somos seres sociales por naturaleza, de eso no hay duda. Esa necesidad de querer mantener interacciones sociales duraderas tiene un origen evolutivo.

Al ser un grupo, la supervivencia estaba mejor garantizada que estando cada individuo por cuenta, por lo que poco a poco nuestros ancestros empezaron a agruparse en comunidades, tribus y civilizaciones, al mismo tiempo que se desarrollaban entre los seres humanos formas de comunicación cada vez más complejas.

En la actualidad, las redes sociales y la interconexión global nos ha dado a las personas nuevas formas para interactuar entre nosotros, pero esa constante interacción puede llegar a ser abrumadora, al punto que muchas veces sentimos la necesidad de desconectarnos de los demás para volver a estar con nosotros mismos.

De hecho, el anhelar soledad en determinados momentos va de la mano con querer desarrollar nuestra propia singularidad, una característica también muy humana. Hay que comprender que existe una clara distinción entre sentirse solo y el querer estar solo a veces.

La soledad es una experiencia subjetiva. Una persona puede estar en medio de una fiesta y sentirse solo. Por el contrario, en determinadas circunstancias se puede estar completamente aislado y, sin embargo, no sentir soledad. En tescuchamos.com encontrarás asesoramiento de calidad para comprender lo que es la soledad y entender los distintos motivos que pueden llevar a una persona a sentirse sola.

 

¿Qué es la soledad?

Se puede definir como un estado mental de desamparo o desvalimiento, ligado a la ausencia o a la mala calidad de las interacciones sociales que requiere cada persona para su realización personal.

La soledad es una emoción humana muy común y cada persona la experimenta y la afronta de una manera particular. Por ejemplo, un niño que se siente solo al intentar sin éxito hacer amigos en la escuela, necesitará de estrategias diferentes para resolver ese problema que las que deberá emplear una persona mayor que empieza a experimentar la soledad tras haber perdido a su cónyuge, por ejemplo.

 

Tipos de soledad

La soledad no es un sentimiento necesariamente malo, depende de cada persona y de sus necesidades sociales. Los introvertidos y socialmente apáticos, por ejemplo, a veces requieren estar alejados de las personas durante cierto tiempo y así logran recargar energías,  puesto que demasiadas interacciones sociales los abruman.

Esto no los hace “anormales” en absoluto: simplemente tienen una necesidad menor de socializar y son capaces de encontrar un ambiente placentero en las tareas solitarias.En efecto, este tipo de soledad tiene hasta efectos beneficiosos, pues mejora la creatividad y fomenta la espiritualidad de la persona.

Ahora bien, la soledad continua y no deseada es un sentimiento que influye negativamente en la persona, llevándola a desarrollar cambios adversos en la personalidad, sentimientos de culpa y de inferioridad; este tipo de soledad puede, incluso, ser autoimpuesta, es decir, la persona se auto-margina de manera voluntaria por no sentirse lo suficientemente acreedora de interacciones sociales.

Paradójicamente, suele afecta de mayor manera a las personas más extrovertidas. En efecto, el ser «el alma de la fiesta» no necesariamente excluye a alguien de estar crónicamente solo. Este tipo de soledad de larga duración puede eventualmente afectar todas las áreas de la vida de la persona.

 

¿Cuándo la soledad es un problema?

La soledad puede empezar a considerarse una dificultad cuando se sostiene por un tiempo excesivo sin ser buscada voluntariamente por el sujeto. Por ejemplo, una mujer que se queja de que, en determinado punto, todas sus relaciones fracasan, y experimenta una sensación de ansiedad al temer un futuro en soledad.

O un hombre de más de 40 años que establece vínculos ocasionales y tiene una vida sexual promiscua, sin nunca “sentar cabeza”, comprometerse o establecer relaciones en cierto marco de formalidad y de construcción de vínculo y de proyecto a futuro.

Si este estado se vuelve persistente, entonces la situación desencadena efectos negativos en lo anímico y en lo somático. Y es en este punto que la soledad }merece ser tenida en cuenta y tratarse no como un simple concepto social, sino como una patología con su epidemiología, fenomenología, etiología, criterios diagnósticos, efectos adversos y tratamiento posible.

También es cierto que muchas veces se asocia a la soledad con la vejez, pero nosotros sabemos muy bien que cualquier persona, sin importar su edad, puede experimentar este sentimiento.

 

Síntomas provocados por la soledad

Los síntomas y signos de soledad crónica pueden diferir dependiendo de quién la padece y de su situación. Entre los síntomas más comunes encontramos lesiones, miedo, fatiga, sentimientos negativos de duda y baja autoestima.

La incapacidad para volver a relacionarse con los demás en un nivel profundo e íntimo también es un síntoma severo de ciertos cuadros cercanos a la soledad crónica.

La persona que la padece tal vez tenga amigos y familiares en su vida, pero el trato con ellos se vuelve superficial, las interacciones no se sienten satisfactorias y esto conduce a una espiral adversa que parece no tener fin.

La persona que sufre de soledad patológica, en los cuadros más extremos, padece de una sensación abrumadora de aislamiento, independientemente de dónde se encuentre y de quién esté cerca.

Esta sensación puede llevar a algunas personas a esforzarse en demasía para intentar involucrarse socialmente, lo cual hace que la persona se sienta agotada. Si esta sensación es continua puede conducir a otros síntomas como problemas de sueño, un sistema inmunitario debilitado, una dieta deficiente y abuso de sustancias, entre otros.

 

¿Qué hacer cuando nos sentimos solos?

¡La lástima por ti mismo/a no te conducirá a ningún lado! (-no soy bueno, no me sé relacionar, nadie me quiere). Por lo cual lo que debes hacer es preguntarte qué quieres realmente, y cómo quieres vivir tu vida. Como ya lo he expresado, ¡no es necesario estar con personas todo el tiempo para sentirte acompañado!

A veces más vale tener pocos vínculos pero firmes, fuertes y sanos que tener, como Roberto Carlos, “un millón de amigos” que simplemente están para saludarte para tu cumpleaños a través de las redes sociales.

Es decir que si tu perfil o tus características no son aquellas de una persona hiper-sociable, ¡no te preocupes! No hay nada malo en ello.

Ahora bien, si los vínculos en los que estás (pareja, amigos, socios) no son satisfactorios para ti, o no te sientes del todo acompañado por tus pares, entonces lo que es necesario es que des un repaso a estos vínculos para estudiar y analizar cuáles son las condiciones que unen al vínculo.

Cuando hablo de condiciones me refiero a que todo vínculo se construye sobre una suerte de pacto implícito o no dicho, el cual está constituido por términos que establecen cuál es el rol o función de cada uno de los actores.

 

¿Qué son las condiciones de una relación?

A veces las personas estamos sanas, pero las relaciones en las que estamos no son relaciones sanas, y muchas veces tenemos miedo de perder estos vínculos aunque nos perjudiquen, nos desfavorezcan o no nos hagan sentir del todo bien.

Por ejemplo una amistad en la que se hace SIEMPRE lo que tu amigo quiere, y si no se hace eso, pues tu amigo se enoja y te pregunta: – ¿Qué clase de amigo eres? Entonces tú, por no confrontar y por no perder un amigo, terminas cediendo a lo que quiere el otro y no lo que quieres tú.

Ahora yo te pregunto: ¿De qué vale una amistad o una relación de pareja en la que sólo cuenta la opinión de uno?

Entonces cuando una persona va cediendo en las relaciones por miedo a quedarse solos, con mucha frecuencia esa persona termina sintiéndose sola de todos modos, es decir en una relación de compañía ficcional o aparente, en la cual su subjetividad no es tenida en cuenta.

Será necesario interrogar, en este caso, los vínculos a conservar, los vínculos a perder y los términos o condiciones que queremos para los vínculos que establecemos. Esto evitará que sigamos a perpetuidad desencontrados con nosotros mismos y sintiéndonos solos.

 

¿Por qué nos sentimos solos?

A veces  las personas nos sentimos solos o no nos relacionamos porque tenemos miedo al rechazo. Otras veces nos cuesta vincularnos con otros porque hemos tenido una mala experiencia (nos han abandonado, nos han traicionado) y creemos que esto se va a repetir indefinidamente….

Hay un célebre Tango de Julio Sosa que dice: “De cada amor que tuve tengo heridas, heridas que no cierran y sangran todavía…error de haber querido ciegamente matando inútilmente la dicha de mis días…”

Entonces, antes que padecer cualquier clase de desencuentro, ¡directamente lo evitamos! Pero, por supuesto que esto no es una solución.

Si lo pensamos un poco más en profundidad, cada vez que iniciamos una relación estamos corriendo un riesgo. El vínculo puede fracasar, puede no funcionar y podemos ciertamente quedar con el corazón roto.

Cada vez que nos atrevemos a querer a alguien, ese otro se hace parte de nuestra vida y algo de nosotros se queda con él. De modo que si lo pensamos en términos especulativos, cada vínculo que establecemos es un riesgo, una apuesta…

Ahora bien ¿de qué vale una vida llena de certezas, sin sorpresas, sin miedo a sufrir por amor, pero en soledad? No vale de mucho ¿verdad?

 

Tratamientos para afrontar la soledad

La terapia es una manera de afrontar la soledad. Para empezar, se trata del establecimiento de un vínculo, lo cual ya es un primer paso para conocernos en una relación, esto es: cómo nos manifestamos, cómo nos desenvolvemos, qué comportamientos y sentimientos se despiertan cuando estamos en un vínculo: esto en psicoanálisis se llama “transferencia” y es un primer paso fundamental en la dirección de la cura.

Yo sé que a veces pensamos… “-Pero, ¿por qué habría yo de contarle mis problemas a un desconocido, que no me conoce y nunca podrá entender realmente mi situación? Más vale hablaré con un amigo…” Si bien a esto también lo puedes hacer, tienes que tener presente que un profesional se ha preparado para escucharte y para trabajar con las técnicas o herramientas de las que profesionalmente dispone, para ayudarte a salir adelante.

Si hay algo que pueda construirse por fuera de la repetición, por fuera de ese                  “-¡siempre me pasa lo mismo!”, no en relación a la queja, el alivio o la catarsis que provee desahogarte y contar lo que te ocurre, está en relación al trabajo. A terapia tienes que ir con ganas de interrogar las cosas que te ocurren, de preguntarte por qué te ocurren y, fundamentalmente, con muchas ganas de trabajar para modificarlas.

Durante la terapia, tendrás la oportunidad de comprender, poco a poco, la causa de tus problemas y de revertir estos pensamientos, sentimientos y circunstancias que te afligen. Esto sin dudas repercutirá favorablemente en tus vínculos sociales. Cuando una persona se siente bien consigo mismo, se siente bien con los otros.

 

¿Terapia individual o grupal?

Algunos profesionales recomiendan la terapia grupal como un medio para vincularse con otras personas que padecen de soledad y así establecer un sistema de apoyo. Comprometerse con otras personas de una manera positiva y saludable, aunque puede parecer difícil al principio, ayuda mucho a limitar esos sentimientos negativos respecto de uno mismo y esa expectativa angustiada sobre el vínculo con los demás.

Si la soledad crónica es un efecto secundario de algún otro problema con el que la persona pueda estar lidiando (como el uso de sustancias, la pérdida de un ser querido, un divorcio o una ruptura, una enfermedad crónica y aislante, etc.), el recibir apoyo y aliento de otras personas que están experimentando sentimientos similares podría ayudar a aliviar los síntomas de la soledad y a desarrollar la empatía.

El voluntariado, los clubes deportivos, empezar un hobby o pasatiempo, clases de danza, incluirse en grupos de entrenamiento son factores que también pueden ayudar a aumentar la autoestima y proporcionar una forma segura y satisfactoria de relacionarse con los demás.

También, mantenerse activo y salir al sol ayudará a elevar las endorfinas y la serotonina. Estas «hormonas cerebrales» mejoran el estado de ánimo, ayudan a conciliar el sueño y hacen que las personas se sientan más felices.

Si necesitas ayuda profesional o te interesa aprender sobre los diversos tratamientos y terapias disponibles para afrontar la soledad, en tescuchamos.com tienes a tu disposición un equipo de profesionales especializados en todos los temas de salud mental.

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